Procurando vivir

Lo conocí en 1997 mientras estaba envuelta en un caos profundo, con mi corta vida hecha un desmadre entrando y saliendo de relaciones desastrosas.

En aquel entonces mientras tocaba fondo, me tomó de la mano y me llevo a un lugar seguro lleno de paz, muy cerca de su corazón…ya después en un instante de lucidez decidí permanecer a su lado, en mi absurda sabiduría esa de, según yo…” Lo mejor es estar con alguien que te ame”….anyway, no daré más detalles al respecto….

Y así pasó la vida…durante mucho tiempo me convertí en esposa y amiga, compañera de vida de aquel hombre que me mantuvo a su lado sin importarle mis aciagos periodos de oscuridad.

Mientras vivía rodeado de sus libros, tesis, actividades y grandes proyectos académicos, sentado en una silla al frente de una mesa llena de libros y su computadora a un lado me miraba de reojo y en estado de alerta, mientras que yo tirada en un rincón de la casa en un mutismo insondable me esforzaba por alcanzar la luz, algunas ocasiones cuando era necesario dejaba lo que estaba haciendo y venia hacia mí, me jalaba de la mano para sacarme de la neblina que me envolvía y  llevarme a su luz para que pudiera seguir revoloteando por la casa, esa casa que fue un  hogar que entre los dos formamos y que durante muchos años fue mi puerto, mi lugar seguro, mi refugio para recuperarme de mis desequilibrios y volver a empezar.

Fueron muchas batallas las que libramos juntos, grandes y pequeñas, desde no tener trabajo, escasez y falta de dinero, estar ausente de casa trabajando muy lejos, la muerte de nuestras respectivas madres, y la más terrible de todas que fue la de tener a nuestro pequeño tan enfermo.

Recuerdo a veces… (mientras repito el mismo ejercicio),… que solíamos escaparnos en las noches al jardín de la casa para que yo pudiera fumar un cigarro y llorar sin que el pequeño nos viera, con la misma pregunta que rondaba en mi cabeza noche y día … ¿Qué haremos si el muere?...y Él, que fue el papá y la mamá durante mis largas ausencias, amigo y confidente, fan y adorador de su pequeño bebe, con el rostro desencajado me respondía…”Dejaremos que se vaya en paz, porque lo hemos amado y le hemos dado todo lo que hemos podido”.

Fue a principios de 2021, con demasiados proyectos y sueños y tan orgulloso de el mismo como toda su vida, mientras celebraba haber terminado su doctorado y su cumpleaños cincuenta, que lo tuve que ingresar al hospital y no lo pude volver a ver con vida.

Recuerdo que…

Desde que lo deje en el hospital empecé a hacer cosas muy raras, como pasarme todo el día viendo un canal religioso escuchando la misa y el rosario mientras esperaba con el estomago destrozado el parte médico de su precaria salud y así anduve durante varias semanas hasta que Dios me susurró al oído “es que no lo has entendido el no regresara a casa porque debe de caminar conmigo”.

Después de eso me salí de mi misma para observar a la pequeña Adri como afrontaba semejante tragedia de tal magnitud.

Y así sigo, observándola en su ir y venir de quien sabe dónde…cargando un triste equipaje con cosas que absolutamente nadie entendería.

Procurando vivir…. a veces tan solo porque piensa que ella puede hacerlo y Él ya no….

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